¿SON EDUCATIVOS LOS CACHETES?
Aunque el castigo físico no es recomendable, hay autores que están a favor del empleo educativo de los cachetes .Debe quedar claro que el límite del castigo físico es una cachete en la mano o en el trasero con la palma de la mano. Nunca se debe pegar a un niño con un cinturón, vara u otros objetos. Igualmente, el estar de acuerdo con un cachete excepcional no impide reconocer que los cachetes tiene sus peligros y pueden ser mal utilizados, por lo que deben evitarse en determinados casos. Por ejemplo, no es adecuado dar un cachete en una situación de enfado, ni tampoco tiene sentido dar un cachete y luego, por sentimiento de culpabilidad, dar marcha atrás y ceder. Asimismo, dar un cachete por una cosa sin importancia, como la gota que colma el vaso, dice muy poco del autocontrol que queremos enseñar a los niños. Pero, así como hay que evitar esos cachetes "mal dados", existirían cachetes "bien dados".
Por ejemplo, cuando se trata de evitar al niño pequeño un peligro, un cachete unido a un rotundo ¡NO¡ suele ser más efectivo que un razonamiento.
También cuando existe un desafío claro a la autoridad o no hay manera de hacer respetar un límite, o para poner fin a una situación que si empeora puede quedar fuera de control.
Pero cuando los cachetes no mejoran las cosas, se corre el peligro de tener que pegar más fuerte, y entrar en una dinámica peligrosa y totalmente desaconsejable.
ALTERNATIVAS AL CASTIGO
El Castigo pone fin inmediatamente a la conducta indeseada.
Un grito, un azote, mandar al niño al rincón o tiempo-fuera, tiene efectos mágicos….., pero sólo inmediatos.
Además, ese efecto tan rápido viene acompañado de consecuencias negativas a largo plazo:
- En el caso del castigo físico se está enseñando a los niños (tanto al que lo sufre como a posibles niños observadores) que la violencia sirve para resolver los problemas.
- El niño aprende a ser más cuidadoso para que la próxima vez no le pillen, pero no aprende necesariamente a ser más responsable.
- Con el castigo no se le enseña el buen comportamiento, si acaso lo que no se debe hacer.
- El castigo crea resentimiento y deseos de venganza.
- El castigo humilla y afecta la autoestima del niño.
Pero, ¿por qué si el castigo tiene tantos efectos negativos se continúa utilizando?.
Estas pueden ser algunas de las causas de que eso ocurra:
- Es el principal método educativo que hemos aprendido en la infancia.
- Los resultados son inmediatos: Por un lado desahoga al adulto de la propia frustración, y por otra, pone fin a la conducta, como hemos dicho, inmediatamente.
- Los efectos negativos son a largo plazo. A muy corto plazo parece que no tiene consecuencias negativas
Dado los efectos tan negativos del castigo, ¿qué otras alternativas existen?. ¿Cómo podemos hacer ver a los niños que no nos gusta su comportamiento, que deben corregirse, pero sin castigarles, humillarles o hacerles sentirse mal?
Adele Faber y E. Mazlish, en “Cómo hablar con sus hijos para que estudien en casa y en el colegio”, proponen algunas pautas de actuación como alternativas al castigo:
1- Manifestar nuestro total desacuerdo con su conducta. Aquí no atacamos al niño, sino a su comportamiento.
2- Manifestarle lo que esperamos de él. Le hacemos ver lo que nos gustaría que ocurriera o cómo debería comportarse
3- Mostrarle cómo rectificar.
Se le enseña la conducta correcta para que la próxima vez no cometa el mismo error.
4- Si el niño continuara con su mal comportamiento o no rectificara su conducta, habría que pasar a la práctica, comenzando por presentarle opciones de comportamiento.
5- Finalmente, hay que aplicar consecuencias.
Un ejemplo puede servir para aclarar estos consejos:
El niño está remoloneando con los deberes, sin cumplir con la norma de hacer sus trabajos después de merendar. La alternativa al castigo que se plantea es la siguiente:
- Manifestamos nuestro desacuerdo con rotundidad:
“Me parece mal que no hayas cumplido tu compromiso de hacer los deberes después de la merienda”
- Manifestamos lo que esperamos de él
“Me gustaría que te pusieras a hacer las tareas como prometiste”
- Mostrarle como rectificar:
“Has sacado los juguetes nada más merendar y ya te has distraído. Creo que sería mejor que pasaras directamente de la merienda a empezar los deberes”
Si el niño continuara sin ponerse a trabajar:
- Darle opciones:
“Puedes ponerte a hacer los deberes ahora, o dar mañana explicaciones a tu profesor”
- Aplicar consecuencias:
"Tendrás que recoger el material, porque ya ha pasado la hora de los deberes".
En este ejemplo, no se ha aplicado ningún castigo, sino una consecuencia lógica: el niño tendrá que asumir su responsabilidad al no llevar hecha la tarea. Se supone que esa consecuencia (el tener que dar explicaciones y hacer la tarea atrasada en su tiempo libre del colegio) hará que el niño al día siguiente sea más diligente. Lógicamente, si con eso sólo se consiguiera que el niño se librara de hacerlo, habría que cambiar la consecuencia.
Con esta técnica se intenta evitar entrar en discusiones con el niño.
Cuando el niño quiere algo que no pedemos darle en ese momento y se niega a admitir el “No”, no tiene sentido razonarle ya que solo quiere salirse con la suya.
Entonces podemos emplear
Como su nombre indica se trata simplemente de repetir la negativa como si se tratara de un disco rayado, sin añadir argumentos ni mas explicaciones.
Por ejemplo, falta una hora para la cena y el niño nos pide una galleta. Ante nuestra negativa razonada: “No puedes comer ahora una galleta, falta poco para la cena y luego no tendrías ganas de cenar”, el niño se resiste: “Pero tengo hambre...”.
No importa los argumentos que nos dé. Con esta técnica simplemente repetiremos: “No puedes comer ahora una galleta”.
Esta técnica funciona mejor si continuamos nuestra actividad sin prestar atención a sus quejas, simplemente repitiendo una y otra vez el mensaje: “No puedes comer ahora una galleta”.
Aunque el niño puede enfadarse, llorar, incluso hacer una rabieta, es muy importante no ceder.
Y también intentar no perder la calma.
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